Esa frase es la que no se despegaba de mis pensamientos y de mis labios a medida que transcurrían los minutos de Swiss Army Man, largometraje de Dan Kwan y Daniel Scheinert.
Os pongo en contexto.
Hank (un barbudo Paul Lano) se encuentra perdido en una mini-isla desierta del Pacífico (que me recordó al montículo de Maui de Vaiana) y se encuentra tan increíblemente solo y desesperado que intenta suicidarse colgándose en un pedrusco. Pero cambia de idea cuando cadaver-expulsador-de-flatulencias aparece en la playa arrastrado por las olas. Este muerto-viviente se llama Manny y está perturbadoramente interpretado por Daniel Radcliffe.
Aunque suene paradójico, la llegada de este extraño ser se convierte en el milagro personal de Hank, que gracias a la ayuda de esa hombre-multiusos (porque lo utiliza para todo, de lancha, de botella de agua, de cuchilla de afeitar...) consigue salir de la isla y emprende el regreso de vuelta a casa.
De verdad que esta película es muy rara, nunca había visto algo así. Un argumento de cine de serie B entremezclado con una metáfora sobre la soledad, la amistad y ¿el amor? Hank y Manny reflexionan juntos durante su viaje sobre cosas cotidianas como tirarse pedos o de temas más trascendentales como nuestro lugar en el mundo y sobre ser tú mismo. En ciertos momentos es inevitable acordarse de la insólita relación entre Chuck (Tom Hanks) y la pelota Wilson de la película Naúfrago (2000) pero el vínculo entre Hank y Manny va más allá, uno pregunta y reflexiona y el otro está ahí para responderle, hacerle pensar más aún o soltar un gemino animal.
No es una película para todos los públicos, de hecho, según informa 20 minutos, gran parte de los espectadores abandonoran la sala durante su proyección en el festival de cine independiente de Sundance, en Utah (EE.UU). Es divertida, desagradable a veces, extraña y dulce. Sí, de verdad que tiene algunas escenas y diálogos muy bonitos y tiernos. Y tanto Lano como Radcliffe hacen un papelón. A Daniel Radcliffe se le da bien conseguir hacernos reír.
Si bien es cierto que no es una película de Oscar, estamos ante un film que bien podría convertirse en una nueva cinta de culto.
Si bien es cierto que no es una película de Oscar, estamos ante un film que bien podría convertirse en una nueva cinta de culto.
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